La peligrosa casa horrible
–¡Pues me voy y no vuelvo! –le dije a mi hermana. Estaba harto de ella. En cuanto se iban mis padres, ella aprovechaba para comportarse como si yo tuviera que estar a su cuidado y obedecerla en todo.
–Vale, pues vete –me respondió, pensando que yo esperaría detrás de la puerta y que al rato volvería a entrar.