Se expone la guerra desde la mirada inocente de un niño que va a vivir toda su infancia en ella. Abdulwahid ya no puede jugar en la calle porque es peligroso y los padres de sus amigos han prohibido a sus hijos jugar con él porque existen pequeñas diferencias en la rama del islam que practican unos y otros. El padre del niño, que es cartero, trata de mantenerse al margen del conflicto. Uno de los pasatiempos preferidos de padre e hijo es contar historias de la antigua Mesopotamia: la historia de una antigua cultura sin futuro, pero a partir de la cual hay que buscar motivos de esperanza.
Se expone la guerra desde la mirada inocente de un niño que va a vivir toda su infancia en ella. Abdulwahid ya no puede jugar en la calle porque es peligroso y los padres de sus amigos han prohibido a sus hijos jugar con él porque existen pequeñas diferencias en la rama del islam que practican unos y otros. El padre del niño, que es cartero, trata de mantenerse al margen del conflicto. Uno de los pasatiempos preferidos de padre e hijo es contar historias de la antigua Mesopotamia: la historia de una antigua cultura sin futuro, pero a partir de la cual hay que... Seguir leyendo
El cartero de Bagdad
La historia personal de Abdulwahid comienza muy lejos de las calles de Bagdag, en donde vino al mundo hace once años. Se remonta a una calurosa mañana de verano de 1960. Ese día, el levantador de pesas iraquí Abdulwahid Aziz obtuvo una medalla de bronce en los Juegos Olímpicos que se celebraban en Roma. El atleta iraquí, que participaba en la categoría de 67,5 kilos, se encomendó a Alá Al-Wahhab, el Dador de todas las cosas, asió con fuerza la barra metálica y, liberando un grito aterrador, elevó la altera en arrancada, por encima de su cabeza. Con ese gesto fugaz y con su titánico esfuerzo, pasó a la historia para siempre.