El alfabeto de los sueños
Cuando vivíamos en la Ciudad de los Muertos, mi hermano soñaba sobre todo con comida. Soñaba con los banquetes que se daría allí, entre los osarios, hecho un ovillo sobre el suelo de piedra; banquetes con melones y aceitunas, con garbanzos y dátiles, con lentejas y pan. Ni siquiera la comida de los nobles era demasiado refinada para sus sueños: piel de limón con miel y almendras o carne de cordero asada con azafrán.
Yo siempre me preguntaba cómo habría llegado a conocer esa comida. ¿La habría visto en el mercado? ¿Acaso la esencia de uno mismo brota y se manifiesta en los sueños?