Edgar, un joven habitante del Altiplano, descubre un secreto guardado durante diez años, escondido entre las rocas, a sesenta metros de altura del lugar donde él habita. El objeto en cuestión es un libro con un título muy significativo: El libro de secretos. En él se anuncian toda una serie de cambios que va a sufrir tanto el Altiplano, como las Tierras Altas, donde se encuentra la Casa del Poder. Todo ello adornado con una buena dosis de aventuras vividas por Edgar y sus inseparables amigos, Samuel, habitante de las Tierras Altas, e Isabel que, al igual que Edgar, vive en el Altiplano. Patrick Carman es un autor novel que ha deslumbrado en su país desde que apareció su novela El secreto de las colinas oscuras, la primera de una trilogía, compuesta por otros dos títulos: El valle de las Espinas y La décima ciudad. Son novelas que parecen destinadas a convertirse en exitosas adaptaciones cinematográficas. En cierta forma, Atherton, su última novela, puede considerarse una alegoría de la insensata idea, por parte del doctor Harding, de crear un nuevo mundo: Atherton que surge como alternativa al Planeta Oscuro, la Tierra, que en el año 2105 se encuentra en un momento en el que tanto sus océanos como sus bosques están prácticamente muertos.
Edgar, un joven habitante del Altiplano, descubre un secreto guardado durante diez años, escondido entre las rocas, a sesenta metros de altura del lugar donde él habita. El objeto en cuestión es un libro con un título muy significativo: El libro de secretos. En él se anuncian toda una serie de cambios que va a sufrir tanto el Altiplano, como las Tierras Altas, donde se encuentra la Casa del Poder. Todo ello adornado con una buena dosis de aventuras vividas por Edgar y sus inseparables amigos, Samuel, habitante de las Tierras Altas, e Isabel que, al... Seguir leyendo
Atherton 1. La casa del poder
En la plantación del señor Ratikan vivía un chico. Su existencia no era holgada, pero sus necesidades estaban cubiertas y en general era feliz.
Se llamaba Edgar.
Hay quien diría que era delgado como todos los demás chicos que trabajaban en la plantación, pero solo acertaría a medias, ya que, como todo el mundo sabe, hay dos tipos de niños delgados: los que son frágiles como el papel y los resistentes como el alambre.