Futuros peligrosos
Se había quitado el casco para tratar de distinguir a alguno de sus compañeros entre el gentío, aunque sabía que era casi imposible. Debía de haber más de cinco mil personas en las diferentes entradas del Circo Massimo dispuestas a matarse por conseguir un buen sitio para el macroconcierto al que él no iba a poder asistir. El día antes, en el Liceo, viendo que no llegaba la sorpresa que había esperado por parte de sus padres («encima de tu mesa hay algo que te interesará»), esa sorpresa con la que él ya contaba y que solía llegar en el último momento, había intentado comprar una entrada de reventa para no ser el único en perderse el acontecimiento.