El camino de Sherlock
Todavía hay gente que me reconoce en la calle. De vez en cuando alguno se acerca y me pregunta si efectivamente soy yo. Es natural que duden, ya que en los cuatro años que pasaron desde los hechos que me hicieron fugazmente famoso cambié bastante. En esos casos contesto que no, que me confunden con otro. Si mi madre está conmigo mira al suelo y no dice nada. Pero yo me doy cuenta de que todo eso le desagrada, que en alguna parte aún tiene esperanzas de que me convierta en el chico que soñó. Ella suele decir que intuyó que había algo diferente en mí desde el primer momento, cuando no tenía más que unos días de vida. Hubo luego otros signos reveladores...