El hijo del buzo
–Ya está, ¿no? ¡Ya nos hemos perdido otra vez!
–No seas agonías, hijo. Que eres un agonías. No nos hemos perdido.
–Pero ¡si se ha hecho de noche y estamos en mitad de la nada!
–No estamos en mitad de la nada. Estamos en mitad de la mar y a un paso del puerto de Villagracia.
–¿A un paso? Entonces, ¿por qué no se ve el faro? ¿Eh? ¿Por qué?
–¡Y yo qué sé! Se habrán olvidado de encenderlo.
–Pero ¿cómo se van a olvidar de encender un faro, papá? ¡Eso no pasa nunca!