El boogie de los culitos
Cuando mamá se tiene que marchar, al trabajo, o hacer otras cosas... papá se ocupa de nosotros (eso sí, a su manera).
Nos lanza a mi hermano y a mí por los aires, como a pelotas, y chillamos de alegría.
–¡Otra vez papá, solo una más, alto, muy alto! ¡Síiiii!
De repente papá se convierte en Cepillo Grande, el jefe de una valiente tribu.
–Vámonos de exploración –dice–. Pies negros, ¡seguidme!
Explorar da hambre, así que buscamos plátanos. Cuando damos con un racimo lo tostamos al fuego… ¡Ñam, ñam!