Moby Dick. Un libro con pop-ups
Llamadme Ismael. Hace algunos años –no importa cuántos– sin apenas dinero en mi bolsillo y nada de particular interés en tierra, pensé en salir al mar y ver la parte acuática del mundo.
–Quería una habitación, por favor. Nada especial.
–No hay ninguna, salvo el cuarto del arponero.
–¿Del arponero?
–Esta noche no debe de estar. Supongo que estará todavía en la ciudad intentando vender esa cabeza.
–¿Una cabeza humana?
–No te preocupes, chico. Es una buena cama, grande, muy cómoda.