Primera entrega de la serie Harry Potter en la que se presenta al personaje, que vive ignorante de su pasado y del papel que está llamado a desempeñar en el mundo de los magos. Harry, tras la desaparición de sus padres, vive con sus tíos, un entorno familiar hostil a las dotes mágicas. Él es, en cierto modo, una cenicienta a la que le ha llegado la hora del baile y del reconocimiento público frente a las adversidades. El famoso personaje abandonará la casa de los Dursley y comenzará su viaje iniciático a la academia Hogwarts, donde empieza su formación de mago y se abre su combate frente a las fuerzas malignas. Unas dosis de misterio, una acertada mezcla de realidad y de magia, aventuras de pandilla y un internado como escenario son algunas de las claves del éxito de esta obra.
Primera entrega de la serie Harry Potter en la que se presenta al personaje, que vive ignorante de su pasado y del papel que está llamado a desempeñar en el mundo de los magos. Harry, tras la desaparición de sus padres, vive con sus tíos, un entorno familiar hostil a las dotes mágicas. Él es, en cierto modo, una cenicienta a la que le ha llegado la hora del baile y del reconocimiento público frente a las adversidades. El famoso personaje abandonará la casa de los Dursley y comenzará su viaje iniciático a la academia... Seguir leyendo
Harry Potter y la piedra filosofal
El señor y la señora Dursley, que vivían en el número 4 de Privet Drive, estaban orgullosos de decir que eran muy normales, afortunadamente. Eran las últimas personas que se esperaría encontrar relacionadas con algo extraño o misterioso, porque no estaban para tales tonterías.
El señor Dursley era el director de una empresa llamada Grunnings, que fabricaba taladros. Era un hombre corpulento y rollizo, casi sin cuello, aunque con un bigote inmenso. La señora Dursley era delgada, rubia y tenía un cuello casi el doble de largo de lo habitual, lo que le resultaba muy útil, ya que pasaba la mayor parte del tiempo estirándolo por encima de la valla de los jardines para espiar a sus vecinos. Los Dursley tenían un hijo pequeño llamado Dudley, y para ellos no había un niño mejor que él.