Doble juego
Dos intrusos se movían por el depósito de almacenamiento de petróleo, unas formas oscuras recortándose en la negra noche. Uno de ellos avanzaba como una silenciosa y peligrosa pantera, encabezando la marcha a través de la maraña de tuberías y cables, de pasarelas y escalerillas. El otro cojeaba y andaba con la ayuda de un bastón. Enormes tanques circulares de metal se alzaban a ambos lados mientras las dos figuras se dirigían a su objetivo.
—Parece que el interferidor funciona —musitó el cojo, al consultar un pequeño dispositivo sujeto a su muñeca con una correa, como si fuera un reloj.