La hija del rey de los Mares
Largo tiempo atrás, en Novgorod la Grande, ciudad rusa situada a orillas del Volkov, vivía un joven músico llamado Sadko.
Todos los días algún rico comerciante o algún noble enviaba un mensajero a casa de Sadko, invitándole a tocar en una fiesta. Sadko cogía su salterio de doce cuerdas y se dirigía al salón donde se celebraba el banquete. Y tocaba y tocaba, hasta que todos los invitados estaban bailando.