El capitán Mongard dirige su nave en busca de las legendarias estatuas conocidas como Los Siete Durmientes de Oro, que se alzan en el templo de una recóndita isla. Pero otros ojos codiciosos conocen su existencia, los de la pirata china Cheng Shih, tan bella como temida y dispuesta a todo con tal de apoderarse de ellas. La clave está en un mapa, con el que tiene mucho que ver Timmy, un muchacho aficionado a dibujar mapas inventados. Las correrías de estos indómitos personajes, herederas de la clásica tradición de corsarios aventureros con un leve toque de romanticismo, atraen al lector con el infalible atractivo de tesoros, peligros y vivencias al límite sin perder el sentido del humor. El exotismo del escenario –asiático y africano–, los seductores protagonistas y el ritmo trepidante de la acción, revierten en una lectura entretenida con la que fugarse a turbulentos tiempos pasados y abiertos horizontes.
El capitán Mongard dirige su nave en busca de las legendarias estatuas conocidas como Los Siete Durmientes de Oro, que se alzan en el templo de una recóndita isla. Pero otros ojos codiciosos conocen su existencia, los de la pirata china Cheng Shih, tan bella como temida y dispuesta a todo con tal de apoderarse de ellas. La clave está en un mapa, con el que tiene mucho que ver Timmy, un muchacho aficionado a dibujar mapas inventados. Las correrías de estos indómitos personajes, herederas de la clásica tradición de corsarios aventureros con... Seguir leyendo
Los 7 durmientes de oro
Atravesando el estrecho de Malaca, el Halcón se dirigía hacia la costa de la Malasia septentrional, cuando el capitán Mongard divisó con su catalejo una columna de humo negro.
–¡Contramaestre! –llamó–. ¡Mirad allá adelante!
El viejo lobo de mar se puso la mano a modo de visera y miró.
–Es una aldea en llamas –opinó.
–¿Piratas?
–Apostaría a que sí.
–Pues vamos a ver –concluyó Mongard.
Una hora más tarde, el Halcón se encontraba ante la aldea malaya en llamas.