Algo Superalucinante 3. La mano helada
Stanley Buggles estaba de pie en el andén de la estación de la sombría ciudad industrial donde vivía, preparado para hacer su visita de invierno a Crampton Rock, llevaba dos maletas y una mochila enorme, llenas de ropa de lana de la que pica que le había tejido su abuela.
Su primera visita a la isla había estado repleta de todo tipo de aventuras, y ahora, dominado por la incertidumbre, se preguntaba si su regreso sería igual de emocionante. Esperaba que su estancia fuera mucho más tranquila, aunque hiciera frío.