Buscar por    
Edad
  
País
  
  Género
  
Soporte
   
Temas
Estás en : Home  /  Clubes de lectura  /   Clubes de lectura: de dónde vienen y a dónde van

Clubes de lectura: de dónde vienen y a dónde van

Como ya hemos señalado con anterioridad, son varias las razones que justifican las actividades grupales en torno a la lectura a cualquier edad. La posibilidad de compartir propuestas, autores preferidos o historias en diversos formatos con otras personas que tienen las mismas inquietudes, algo que podemos afrontar en un doble plano virtual y presencial, es motivador tanto para niños y jóvenes como para adultos.

Los lectores habituales refuerzan el hábito y encuentran nuevos incentivos, y para los poco o nada aficionados a este tipo de prácticas colectivas significa muchas veces el acceso o la recuperación de un hábito, tal vez perdido en el tránsito de la infancia a la adolescencia o nunca antes adquirido, e incluso el descubrimiento de nuevos matices que solo la lectura social regala.

Al crear un tejido en el que se hable sobre historias, ya sea en formato cómic, álbum ilustrado, novela, e incluso sus adaptaciones a otros lenguajes, como el cine o los videojuegos, se genera un canal en el que compartir e intercambiar opiniones y que tiene a ellos como únicos protagonistas.

Utilizando textos, autores y formatos sugerentes como eje vertebrador, un club de lectura (CDL) del siglo XXI debe integrar una programación de eventos y actividades complementarias en las que pueden estar implicados diferentes agentes culturales de la comunidad en la que se asienta el grupo.

Así pues, los CDL hoy son mucho más que “un grupo de personas que se reúne para hablar de una novela”, siguen manteniendo su ADN como espacio de encuentro y acogimiento, pero los conceptos compartir, intercambiar y exponer ideas se han multiplicado por mil con los recursos online de los que disponemos en la actualidad.

Las bibliotecas, sin duda, han sido las grandes impulsoras de este tipo de propuestas en España. Casi todas incluyen en su programación alguna modalidad ya que, en principio, necesita de pocos elementos para la puesta en marcha: lectores, un libro y un coordinador/a que conduzca las sesiones.

Habitualmente los usuarios que participan de estas actividades se benefician de determinadas ventajas en el servicio de préstamo y tienen la posibilidad de conocer de cerca a uno de sus autores/as preferidos, al mismo tiempo que encuentran a otras personas con sus mismos gustos y, en ocasiones, incluso aficiones más allá de la lectura.

¿Cómo son sus dinámicas?

Suelen organizarse en grupos de 10 a 25 personas y se reúnen de forma semanal o quincenal en el espacio que sirve de acogida (cafeterías, asociaciones, fundaciones, restaurantes –existen numerosos casos-; espacios culturales de toda índole e incluso casas privadas) Las sesiones no se limitan al comentario de los avances que ha realizado cada lector en la obra escogida, el coordinador/a o motivador principal diseña un calendario de actividades relacionadas con el autor/la trama/los temas que se tratan para dinamizar la propuesta e incentivar a los participantes.

Existen diversas modalidades, no solo por la edad de sus miembros (adultos, infantil, juvenil, familiar), también por el sexo (clubes solo para mujeres), por los contenidos que se tratan (literatura africana, novela negra, novela de terror, poesía, ensayo, novela histórica…); por el tipo de formato que se usa (clubes de la “imagen”, de álbum ilustrado, de cómic…);  por el idioma vertebrador (club de literatura inglesa, de literatura francesa, de literatura vasca, de literatura catalana…); y por supuesto para los que no pueden acudir a las citas presenciales por cualquier motivo (clubes virtuales).

Con la celebración de los CDL todos los espacios que acogen esta actividad salen beneficiados, ya que se refuerza el papel que pueden jugar en la comunidad como punto de encuentro (en el caso de las bibliotecas y determinados organismos como espacio público) que favorece el desarrollo tanto individual como social.

Cómo se organizan los CDL

Una vez se ha constituido el grupo, el coordinador y los componentes deben escoger los temas (si se trabaja por monografías) o las lecturas específicas que se quieren realizar entre las propuestas que salgan en una conversación informal.

Las sesiones presenciales se vertebran en torno al debate y la creación a través de dinámicas, reseñas, tertulias, proyecciones, audiciones, presentaciones de materiales, aplicaciones para tablets, encuentros con autores y artistas audiovisuales, debates a través de las redes sociales y, sobre todo, la confrontación de opiniones entre los asistentes.

Tras acotar también la periodicidad y el tiempo máximo de reunión (no suele exceder las dos horas), el coordinador debe tener en cuenta algunos planteamientos básicos para tratar de convertirse en un buen moderador/a.

-Todo aquel que quiera hablar debe tener su oportunidad, pero nunca están obligados a intervenir todos los componentes del grupo.

-Cada sesión debe estar planificada al detalle, planteando preguntas, esbozando temas, analogías, curiosidades sobre la obra y el autor, mostrando webs con contenidos relacionados, sugiriendo otros textos, películas y materiales en diversos soportes.

-Un club de lectura sirve para salir de nuestra realidad cotidiana, cada libro escogido debe llevar implícita algún tipo de salida o itinerario cultural por algún lugar relacionado con los temas que se tratan en la obra o con autor de la misma.

-La programación que se realice no puede ser “cerrada”, debe estar sujeta, en la medida de lo posible, a la posibilidad de incluir cambios con actividades que surjan a lo largo del curso y que puedan resultar de interés (presentaciones complementarias organizadas por editoriales, personalidades interesantes de paso por la ciudad que colaboren en algún acto, participación en otros proyectos lectores de la comunidad…)

-Debe procurar que los usuarios experimenten que al leer en grupo parece que lo hagan con mayor facilidad, pero sin que los avances de cada persona provoquen la ansiedad o la frustración de quien no lleva el mismo ritmo. Lo mejor es aplicar el humor y el sentido común.

-El club no es una cápsula ajena a la sociedad y a la actualidad. Tampoco debe limitarse siempre a los mismos formatos, es bueno que convivan las tabletas y el papel, la poesía y la novela, y todas aquellas “parejas de baile” que se nos ocurran mientras los participantes se sientan cómodos. La variedad es fundamental para no caer en la monotonía.

-A lo largo de la sesión debe incluirse alguna dinámica en la que ellos se sientan totalmente protagonistas, como una rueda de presentaciones en la que cada persona diga el libro que ha descubierto últimamente, un nuevo escritor o autora que le haya cautivado recientemente, la última película que ha visto o la última canción o grupo musical que le ha sorprendido, propuestas de este tipo reforzaran su papel dentro del grupo y les ayudará a conocerse un poco más y buscar afinidades.

-Si vamos a expandir la dinámica a las redes sociales o a cualquier otra plataforma virtual necesitará más actividad por nuestra parte, pero nunca debemos exigir la misma a los componentes, que intervendrán solo si se sienten atraídos por el uso de la tecnología y sus posibilidades en este campo.

-Todas las opiniones sobre el libro son, por supuesto, respetables, pero la concordia debe permanecer siempre por encima de los comentarios negativos. Cada lectura provoca unos sentimientos diferentes y se vincula a otros planos, debemos inculcar el respeto y la escucha a todas las opiniones en la medida de lo posible.

-Es importante ofrecer pequeños detalles, que sientan algún tipo de privilegio por el simple hecho de pertenecer a un club lector.

-Cada sesión debe convertirse en una deconstrucción de las lecturas escogidas, estableciéndose diferentes niveles de lectura, aplicando dinamizaciones a los aspectos más relevantes y escuchando siempre los verdaderos intereses lectores del grupo, no aplicando una imposición subjetiva.

-Cualquier debate aburrido, día gris o poco imaginativo de los participantes y el coordinador/a; o incluso una elección fallida de lectura común descubierta a destiempo puede subsanarse con un buen café en cada sesión que amenice la tertulia (no cuesta nada aportar un termo y unos vasos de papel)

-El resumen de cada sesión o del curso puede compartirse a través de una web o de un perfil en alguna red social por los propios usuarios interesados, el moderador debe coordinar esas contribuciones de tal manera que todos sean, en la medida de lo posible, protagonistas.

Imagen: Freepik CCO

Breve historia de los clubes de lectura: un aperitivo

Safo, Cleopatra, Santa Marcela (que en la quinta que poseía a las afueras de Roma, en Monte Aventino, se reunía con otras mujeres para charlar sobre lo que leían en latín, griego y hebreo); Sukayana, la bisnieta de Mahoma, que abrió un salón para que los poetas conversaran en su casa… Son muchas las referencias que encontramos en el pasado, muchas de ellas analizadas por el profesor e historiador francés Roger Chartier, que se asemejan en cierta medida a lo que consideramos dinámica básica de un club de lectura.

Sin duda la verdadera revolución tiene lugar a partir de la aparición de la imprenta, pues favorece el incremento de la materia prima, los libros, y en consecuencia también de los lectores. Y alrededor de ellos, inevitablemente, nacen también los espacios que invitan a conversar sobre esas historias.

Desde las casas hasta los cafés pasando por las academias, cualquier lugar es bueno para hablar relajadamente sobre las obras que han caído en las manos (aquellos que podían hacerlo).

En España las célebres tertulias nacidas en el siglo XVI también podrían considerarse un precedente en este sentido, un tipo de reunión que se prolongó, en diversas versiones, hasta finales del XIX y entre las que destacó, por ejemplo, la de literatura y política que organizaba la autora Frasquita Larrea en Cádiz, una de las más famosas del Romanticismo.

En todas ellas, al igual que durante la explosión definitiva de la actividad tiempo después, la mujer es la principal impulsora y contertulia.

El papel crucial de las bibliotecas en este campo no llegará hasta los años 50 del siglo XX, cuando estos centros empezaron a implementar algunos cambios, compaginando su rol como archivos con nuevas propuestas orientadas a acoger a los lectores en actividades socioeducativas.

Sin embargo no será hasta los años 80 cuando este tipo de propuestas lleguen a España, y en consecuencia comience a crecer la popularidad de la actividad en el país.

Los primeros de los que se tiene constancia, surgieron al calor de las bibliotecas de Guadalajara y Madrid, posteriormente en Cataluña y otras comunidades autónomas. Había nacido una nueva vía de socialización a través de la lectura que llega hasta nuestros días con mejor salud que nunca.

Los clubes de lectura potencian la confianza para hablar y activan el sentido crítico

Según reveló la investigación llevada a cabo por la Fundación Germán Sánchez Ruipérez sobre la comprensión de la lectura de una novela en soporte digital, en el contexto del proyecto Territorio ebook, los lectores que participan en clubes de lectura adquieren más confianza para hablar y se activa su sentido crítico.

Las conclusiones del estudio sobre los distintos aspectos de la comprensión lectora fueron aportadas por Emilio Sánchez Miguel, del departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Salamanca, con la colaboración de J. Ricardo García y Héctor García Rodicio, tras analizar las impresiones de alrededor de cuarenta lectores de más de 55 años que participaron en la experiencia sobre el impacto de la lectura en dispositivo electrónico.

Juan Mata, catedrático de la Universidad de Granada, que también participó en el análisis, afirmó que uno de los aspectos más relevantes de la investigación era la demostración de que comprender un texto literario puede resultar una actividad más intensa y más compleja si media algún tipo de «conversación» en torno al libro leído.

La investigación de Sánchez Miguel puso de manifiesto que "si esa labor de información o de «acompañamiento» se realiza de modo estable y se dota a los lectores de claves interpretativas que ahondan la lectura y la llevan a territorios inexplorados, leer proporciona aún mayores satisfacciones". Además, "la posibilidad de compartir, de hacer de la lectura un preámbulo para la conversación pública, acrecienta la disposición y la recepción. Esa experiencia conversacional no es ajena a la formación literaria y asegura que lo que diferencia a lectores corrientes de otros más especializados es la información que emplean estos últimos a la hora de juzgar la obra que, no obstante, puede ofuscar la lectura y restarle espontaneidad y emoción.” 

Según Mata, la información primordial puede ser adquirida en aulas, centros culturales, bibliotecas, clubes de lectura, tertulias o talleres literarios y también a través de revistas, suplementos, conferencias, consultas en la red, o diálogos privados, entre otras posibilidades.

[Imagen de portada: Freepik CCO]

CONTINUARÁ

 
Envíanos tu comentario: