Makoki se convirtió desde su primera aventura en un clásico de la historieta precisamente en esos circuitos alternativos, con claras influencias de otros autores que se movían en los mismos parámetros al otro lado del océano, como Crumb o Shelton, y cercano a los preceptos de Hirschfield e Irvin, muy conocidos por sus trabajos en The New Yorker.

 

 

María y yo (Astiberri)

 

En esos años de bonanza también coqueteó con la ciencia ficción, las teleseries infantiles, la pintura de la segunda mitad del siglo XX, el expresionismo abstracto al pop. Posteriormente compaginó ese amor por la historieta con otros trabajos en el mundo de la ilustración, especialmente en el subsector de la literatura infantil y juvenil. Cabe señalar que, en este campo, fue uno de los primeros en combinar el dibujo a mano con las técnicas digitales.

 

La aparición de María y yo (2007) supuso un cambio en su trayectoria y le dio a conocer a nuevas generaciones de lectores. Esta crónica de unas vacaciones con su hija, entonces de doce años, ofrece una reveladora aproximación al mundo del autismo. Traducida a una decena de idiomas, con versión cinematográfica dirigida por Félix Fernández de Castro, su éxito provoco una secuela, María cumple 20 años (2015)-, y le convirtió involuntariamente en un divulgador y conferenciante sobre el autismo. También en un historietista capaz de abrirse a nuevos e insospechados públicos, como confirmó por ejemplo su posterior colaboración con Paco Roca.

 

En Canal Lector habíamos leído y reseñado recientemente el recopilatorio sobre Los casos de Perro Nick, pero no era su última obra, esta fue Algo extraño me pasó camino de casa (2021), en la que narró su experiencia tras serle diagnosticado –y extirpado- un tumor cerebral. Como siempre, y pese a la gravedad de su caso, afrontó este suceso con humor y con el mismo estilo y personalidad que ha demostrado a lo largo de sus casi cincuenta años en activo.