El libro de las cosas perdidas
Érase una vez, porque así es como deberían empezar todas las historias, un niño que perdió a su madre. En realidad, llevaba mucho tiempo perdiéndola, puesto que la enfermedad que la estaba matando era un enemigo sigiloso y cobarde que la comía por dentro, que consumía lentamente su luz interior, de modo que perdía el brillo de los ojos cada día que pasaba y tenía la piel cada vez más pálida.