Sopa de Europa
Aquel lunes por la mañana de principios de junio, ninguno de los chicos podía imaginar que iba a vivir unas vacaciones diferentes a las que hasta entonces había conocido. La seño, después de toser dos veces, sonrió como si estuviese en un anuncio de dentífrico.
–Tengo una noticia estupenda que daros. A todos.
–¿Ya se acaban las clases? –preguntó Raúl.
–No, es algo mucho mejor.