Éste es un álbum exagerado, escatológico, divertido y nauseabundo. Cualquiera podría pensar que, con estas características, se trata de un éxito asegurado entre los niños. Y, efectivamente, así es. Ahora bien, en contra de la opinión más extendida, no es nada fácil conseguir que una obra con semejantes particularidades supere el efectismo ramplón y destaque por su calidad. Para que así suceda son indispensables ciertas cualidades literarias y artísticas que, desgraciadamente, no son tan corrientes en esta modalidad de libro infantil.Éste es un álbum exagerado, escatológico, divertido y nauseabundo. Cualquiera podría pensar que, con estas características, se trata de un éxito asegurado entre los niños. Y, efectivamente, así es. Ahora bien, en contra de la opinión más extendida, no es nada fácil conseguir que una obra con semejantes particularidades supere el efectismo ramplón y destaque por su calidad. Para que así suceda son indispensables ciertas cualidades literarias y artísticas que, desgraciadamente, no son tan corrientes en esta modalidad de libro infantil.
El pastel revoltoso
El señor Zarrapastroso comía guisos asquerosos. Su platillo favorito era un ratón relleno frito. Ollas llenas de babosas regordetas y olorosas, hamburguesas de lombriz con mocos de su nariz, estofado de alacrán con un toque de azafrán, y para darse un agasajo: tostadas de renacuajo.