Las lecturas que se realizan en la infancia dejan una huella especial. Releerlas es volver a hablar con un amigo. Kate Bernheimer escribe un cuento sobre el amor por los libros y las bibliotecas. Con esta historia de corte tradicional, narra la historia de amistad entre una lectora y un libro que “siente en sus propias páginas” los sentimientos de sus lectores. Chris Sheban, acompaña el texto con unas ilustraciones de estilo realista con toques de fantasía que muestran la magia que trasciende del acto de leer.
Las lecturas que se realizan en la infancia dejan una huella especial. Releerlas es volver a hablar con un amigo. Kate Bernheimer escribe un cuento sobre el amor por los libros y las bibliotecas. Con esta historia de corte tradicional, narra la historia de amistad entre una lectora y un libro que “siente en sus propias páginas” los sentimientos de sus lectores. Chris Sheban, acompaña el texto con unas ilustraciones de estilo realista con toques de fantasía que muestran la magia que trasciende del acto de leer.
El libro que se sentía solo
Érase una vez un libro totalmente nuevo que llegó a la biblioteca. Era verde y llevaba una cinta amarilla para marcar las páginas. En la cubierta se veía una niña debajo de una seta, en un bosque. El libro estaba en la entrada de la biblioteca, allí dónde siempre se colocaban los libros nuevos. La biblioteca siempre estaba muy concurrida, llena de niños que buscaban libros sobre cualquier cosa imaginable, y a menudo algún niño se llevaba a su casa aquel libro verde musgo de la niña en el bosque.