Estamos ante uno de los más brillantes ejercicios didácticos para acercar el teatro a los jóvenes que han dado la literatura y la pedagogía españolas. No en vano su autor, Luis Matilla, fue Premio Nacional de Teatro en 1999. Dejemos que sea él quien nos hable del espíritu de este libro: «Me gustaría que el teatro sirviera para cabalgar a lomos de la imaginación, recorrer infinitos caminos de la aventura e inventar historias antes no soñadas». Aquí nos ofrece un diario sobre creatividad y juego dramático. Estamos ante uno de los más brillantes ejercicios didácticos para acercar el teatro a los jóvenes que han dado la literatura y la pedagogía españolas. No en vano su autor, Luis Matilla, fue Premio Nacional de Teatro en 1999. Dejemos que sea él quien nos hable del espíritu de este libro: «Me gustaría que el teatro sirviera para cabalgar a lomos de la imaginación, recorrer infinitos caminos de la aventura e inventar historias antes no soñadas». Aquí nos ofrece un diario sobre creatividad y juego dramático.

La aventura del teatro

Mi nombre es Bruno. Tengo trece años, bueno, casi catorce y vivo en un pueblo pequeño. Este año debería haber ido al instituto que hay a diez kilómetros de aquí, pero suspendí el curso porque tuve que ayudar a mi padre a recoger la cereza y perdí bastantes clases. Otros cinco chicos y chicas de la clase tampoco aprobaron, así que hemos continuado con Javier, un profesor al que le gusta el teatro...