Cristian, mientras camina para llegar a la escuela se siente atraído por tres cosas: un árbol, los ladridos de un perro detrás de un paredón y una ventana. La ventana es de Malena. A Cristian le gustaría mirar el barrio desde arriba del árbol y saber cómo es el perro. También dejarle caramelos a Malena. Y sueña. En el sueño consigue una escalera. Pero los sueños terminan al despertar. Por eso, ese día decide treparse al árbol para ver todo desde arriba, asomarse al paredón. Pero todo en un día no se puede.
Hay tres mundos que conviven y son perfectamente detectables gracias al complemento de la imagen: el mundo real, el de los pensamientos y el de los sueños.
Cristian, mientras camina para llegar a la escuela se siente atraído por tres cosas: un árbol, los ladridos de un perro detrás de un paredón y una ventana. La ventana es de Malena. A Cristian le gustaría mirar el barrio desde arriba del árbol y saber cómo es el perro. También dejarle caramelos a Malena. Y sueña. En el sueño consigue una escalera. Pero los sueños terminan al despertar. Por eso, ese día decide treparse al árbol para ver todo desde arriba, asomarse al paredón. Pero todo en un... Seguir leyendo
Seis cuadras con Cristian
Cristian tiene ocho años.
Todas las mañanas camina seis cuadras para llegar a la escuela.
Siempre por el mismo camino.
Le gustan esas cuadras, en ellas hay tres cosas que llaman mucho su atención.
La primera es un árbol.
Un árbol grande, bien grande. De ramas gruesas y hojas muy verdes.
A Cristian le gustaría poder treparse y ver el barrio desde allí arriba.
La otra cosa que llama mucho su atención, es un perro. En realidad… son sus ladridos.
Detrás de un paredón, Cristian escucha los ladridos de un perro que nunca ha visto.
Y se pregunta: ¿Cómo será?
La tercera es una ventana.
La ventana de Malena. Una compañera de grado de Cristian que todavía tiene siete años y muchos, muchos rulos.