Lois Lowry se atreve a plantear el tema de la pérdida de los seres queridos. Aunque quien abandona el escenario es una adolescente llena de vida -lo que aún resulta más incomprensible y doloroso-, la amistad de Willi y de sus poco convencionales vecinos, Ben y María, hacia Meg le ayuda a aceptar mejor la dura experiencia de la muerte. Especialmente cuando el ciclo de la vida se renueva con el nacimiento de un bebé. Durante una etapa de la vida de obligada maduración Meg aprende a escucharse a sí misma y a los demás, a valorar lo mejor que tiene y a ir más allá de lo que se aprecia a simple vista.
Lois Lowry se atreve a plantear el tema de la pérdida de los seres queridos. Aunque quien abandona el escenario es una adolescente llena de vida -lo que aún resulta más incomprensible y doloroso-, la amistad de Willi y de sus poco convencionales vecinos, Ben y María, hacia Meg le ayuda a aceptar mejor la dura experiencia de la muerte. Especialmente cuando el ciclo de la vida se renueva con el nacimiento de un bebé. Durante una etapa de la vida de obligada maduración Meg aprende a escucharse a sí misma y a los demás, a valorar lo... Seguir leyendo
Un verano para morir
Fue Molly quien trazó la raya. Lo hizo con tiza. Un gran trozo de tiza blanca que quedaba en casa de cuando vivíamos en la ciudad, teníamos aceras y solíamos jugar a la rayuela, en los tiempos en que éramos más pequeñas. Aquel trozo de tiza llevaba mucho tiempo en casa. Lo sacó de una fuentecilla de arcilla que yo había hecho en la clase de cerámica del año anterior donde estaba revuelto con un trozo de cuerda, unos pocos clips y una pila que no estábamos seguras del todo de que estuviese gastada.