Ioda, la gata de Maia, pierde una pata en un accidente. Maia no acepta el hecho: se empeña a creer que la pata volverá a crecer. En la escuela, la alegría de Matías y la destreza de sus dedos incompletos, la llevan a aceptar y a apreciar a Ioda en su nueva condición. Narración, suave y sencilla, contrastada con ilustraciones vigorosas y coloridas, toca con delicadeza el tema de la discapacidad.
Ioda, la gata de Maia, pierde una pata en un accidente. Maia no acepta el hecho: se empeña a creer que la pata volverá a crecer. En la escuela, la alegría de Matías y la destreza de sus dedos incompletos, la llevan a aceptar y a apreciar a Ioda en su nueva condición. Narración, suave y sencilla, contrastada con ilustraciones vigorosas y coloridas, toca con delicadeza el tema de la discapacidad.
Maia
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Maia acariciaba con mucho cuidado el pelaje gris plateado de Ioda, tratando de no tocar lo que quedaba de su pata delantera derecha. Ioda aullaba y la mirada de sus preciosos ojos amarillos, iban de su muñón vendado a Maia, como si quisiera hablarle de su sufrimiento.
…Ioda atravesando la calle a toda velocidad.
…el carro que frenaba bruscamente.
… la señora que salía de su carro lívida.
Su papá que la soltaba de la mano para ayudar a Ioda. Su grito y su huída al interior de la casa, buscando los brazos de su mamá.
Unas horas después del accidente, su papá, que había llevado a Ioda a la clínica veterinaria, le dijo al volver, que el doctor había tenido que amputar gran parte de la pata de Ioda, pero que se curaría.