De origen hindú (siglo IV) pero vertido al árabe (siglo VIII), lengua en la que llegó a la península y al resto del continente, el milenario relato Exemplario contra los engaños y peligros del mundo (conocido como Calila y Dimna) es una de las primeras narraciones que se tradujo al castellano, hacia mediados del siglo XIII, en tiempos del reinado de Alfonso X el Sabio, monarca que llevó a cabo una crucial labor de adaptación a la incipiente lengua romance castellana –gracias a la labor de la Escuela de Traductores de Toledo- de algunos de los más importantes textos de la literatura y del saber universales conocidos en su tiempo. Calila y Dimna entronca con la literatura sapiencial en boga en la época, pues, para la mentalidad medieval, la forma del apólogo moral literario constituía una forma de transmisión de cultura y de asentamiento de los valores que se consideraban necesarios para la vida en sociedad. En la edición de Thule, accedemos a una pequeña muestra del Exemplario, perfumado con el aroma de un tiempo remoto y adornado con unas ilustraciones llenas de encanto.
De origen hindú (siglo IV) pero vertido al árabe (siglo VIII), lengua en la que llegó a la península y al resto del continente, el milenario relato Exemplario contra los engaños y peligros del mundo (conocido como Calila y Dimna) es una de las primeras narraciones que se tradujo al castellano, hacia mediados del siglo XIII, en tiempos del reinado de Alfonso X el Sabio, monarca que llevó a cabo una crucial labor de adaptación a la incipiente lengua romance castellana –gracias a la labor de la Escuela de Traductores... Seguir leyendo
Del maravilloso libro de Calila y Dimna
Dicen de un rey muy indeciso que perdió en un mismo año a su consejero, a su mujer y a su perro. Al consejero la contaba sus dudas y problemas, a su mujer sus enfados y desconfianzas, y al perro sus penas y alegrías. Sentía una gran tristeza y no encontraba en quién confiar.
Tan desesperado estaba que escuchaba a cualquier charlatán. Uno de ellos le habló de unas hierbas milagrosas, en tierras de Oriente, que volvían a la vida. Así que envió a un mercader y a su ayudante a buscarlas, creyendo que recuperaría lo perdido. Mandó preparar los caballos con gran cantidad de regalos y les despidió.
Recorrieron montañas y valles, ríos y mares. A todos preguntaban por la hierbas resucitadoras y todos se sonreían discretamente pensando que eran fantasiosos o locos y no les echaban a patadas gracias a sus estupendos regalos.
Tan solo un viejo mercader permaneció callado y tomó en serio sus palabras. Les pidió que esperaran, pero, después de un largo rato, lo que les entregó fue un libro. No quiso recibir ningún regalo, solo la firme promesa de que lo leerían de principio a fin.