Ya no tenía nombre. Lo había olvidado. Ya no era nadie. Así se sentía el príncipe Dakkar. Desde que llegó quiso que le llamaran Nemo. Su vida estaba envuelta en el misterio. Era un muchacho introvertido. Vivirá en el colegio Paimboeuf un internado de chicos y chicas cerca de París. Trabará amistad con una alumna, Ashlynn, y con Daniel, un chico que trabaja en el colegio. Allí están todos intrigados con él, nadie sabe quién es y solamente a los dos amigos les revela su origen, el motivo por el que ha perdido su nombre y la huida que debe emprender. Una novela de aventuras, acción e intriga hasta el final.
Ya no tenía nombre. Lo había olvidado. Ya no era nadie. Así se sentía el príncipe Dakkar. Desde que llegó quiso que le llamaran Nemo. Su vida estaba envuelta en el misterio. Era un muchacho introvertido. Vivirá en el colegio Paimboeuf un internado de chicos y chicas cerca de París. Trabará amistad con una alumna, Ashlynn, y con Daniel, un chico que trabaja en el colegio. Allí están todos intrigados con él, nadie sabe quién es y solamente a los dos amigos les revela su origen, el motivo por el que... Seguir leyendo
Nemo. El chico sin nombre
El muchacho estaba esperando a alguien en el puerto de Le Havre. Era el 28 de agosto de 1829 y los barcos, con sus velas blancas como alas de gaviota, dibujaban trazos oscuros sobre la superficie plateada del mar. Era alto, muy delgado, y sudaba de la cabeza a los pies. Iba demasiado abrigado para una mañana de finales de verano: llevaba un bombín y una casaca, un chaleco de lana y una camisa cerrada al cuello con una pajarita de color verde y rojo. Pero lo más grotesco era que, a pesar de ir de punta en blanco, estaba descalzo y, por los calcetines, asomaban los dedos gordos de los pies. El señor Mirat, en realidad, le había proporcionado un par de zapatos brillantes y como nuevos antes de su salida, pero eran dos números inferiores a su talla. Cuando se los puso, le dio la sensación de estar atrapado en un cepo, así que, nada más salir del coche, se quitó aquellos instrumentos de tortura y los escondió en un compartimento que había bajo el asiento del cochero.