La obra es una secuela de Lo que hizo Katy, novela que abre la serie escrita por Sarah Chauncey Woolsey a finales del siglo XIX. Se trata de un clásico de la literatura norteamericana que muchos críticos sitúan en la misma línea de otras grandes novelas nacidas en aquel contexto, como Mujercitas de L. M. Alcott. A medio camino entre la ficción y los recuerdos de infancia, la autora narra las aventuras de Katy y su hermana Clover, que pasan el curso en un estricto internado en el que conocerán a otras jóvenes que viven una vida alejada de lo que ellas consideran correcto. La trama se complica cuando la protagonista es acusada de algo que no ha cometido, una experiencia que le servirá para realizar aprendizajes inesperados sobre las relaciones personales y el profundo valor de la amistad. Aunque se atisban ciertas enseñanzas morales, propias de la sociedad de la época, ha envejecido con notable salud y los lectores pueden disfrutar de ella en español, por primera vez, gracias a la versión de Raquel García editada por Siruela en formato papel y digital. Dulce y honesta, deshace el tópico, como ha ocurrido tantas veces a lo largo de la historia de la literatura, de que "segundas partes nunca fueron buenas"
La obra es una secuela de Lo que hizo Katy, novela que abre la serie escrita por Sarah Chauncey Woolsey a finales del siglo XIX. Se trata de un clásico de la literatura norteamericana que muchos críticos sitúan en la misma línea de otras grandes novelas nacidas en aquel contexto, como Mujercitas de L. M. Alcott. A medio camino entre la ficción y los recuerdos de infancia, la autora narra las aventuras de Katy y su hermana Clover, que pasan el curso en un estricto internado en el que conocerán a... Seguir leyendo
Lo que hizo Katy en la escuela
Fue justo después de aquella feliz visita que conté al
final de Lo que hizo Katy cuando Elsie y John hicieron su famosa excursión a Conic Section; una excursión que ninguna de las dos olvidó jamás y por la cual la
familia se burló de ellas durante mucho tiempo.
El verano había sido fresco, pero, como sucede a menudo después de veranos así, el otoño resultó inusualmente caluroso. Parecía que los meses hubieran estado
jugando y se hubiesen «cambiado el sitio»; como si septiembre estuviera decidido a demostrar que sabía hacerse tan desagradable como agosto si le apetecía