La escritora noruega Maria Parr se ha convertido desde hace unos años en la nueva “gran esperanza" de la LIJ, con un puñado de obras que la crítica ha encumbrado (creemos que con toda razón); y a la que sumamos la segunda parte de uno de sus grandes éxitos, adaptado con la misma acogida al formato televisivo y teatral en aquellas latitudes. La fría costa entre el embarcadero y el islote de Kobb, vuelve a ser escenario de las andanzas de Lena y Theo, la pareja de amigos tan diferentes como complementarios que deleitó a los lectores en Corazones de gofre. Avanzan las estaciones, el curso escolar y los protagonistas, casi sin darse cuenta, crecen a la par con nuevas expectativas propias de la etapa que comienzan a vivir, cuando llega a la pequeña comunidad costera una nueva familia cuya hija, la dulce y encantadora Birgitte se suma a la pandilla. La acción está salpicada de travesuras, pequeños accidentes y profundos conflictos emocionales (las vivencias junto al abuelo, el hermano que nunca llega, la suplencia en el equipo de fútbol, los sentimientos amorosos); escenas cotidianas narradas con el buen gusto que ya ha demostrado la autora. Una brillante continuación, a la altura del primer capítulo, repleta de momentos conmovedores con la que muchos lectores de la edad de los protagonistas pueden identificarse. Por si fuera poco, la edición vuelve a contar con las evocadoras ilustraciones de Zuzanna Celej: paisajes costumbristas, personajes carismáticos, estampas marítimas… el poder cautivador del arte, alternando el blanco y negro y el color, al que nos tiene acostumbrados esta extraordinaria artista a la que entrevistamos recientemente en CL.
La escritora noruega Maria Parr se ha convertido desde hace unos años en la nueva “gran esperanza" de la LIJ, con un puñado de obras que la crítica ha encumbrado (creemos que con toda razón); y a la que sumamos la segunda parte de uno de sus grandes éxitos, adaptado con la misma acogida al formato televisivo y teatral en aquellas latitudes. La fría costa entre el embarcadero y el islote de Kobb, vuelve a ser escenario... Seguir leyendo
Lena, Theo y el mar
Se oyó un portazo que hizo temblar la casa entera y, a continuación, un espantoso jaleo y unos cuantos alaridos.
—¡Puñetas saladas!
Salí aturdido al pasillo del desván, donde ya se había reunido
el resto de mi familia: pelos alborotados y expresiones de desconcierto. Minda, mi hermana mayor, había abierto un solo
ojo. Y mi padre parecía no saber si era un hombre o un edredón.
—¡Bang! —dijo Caracola bien alto.
—¿Qué ha sido eso? —preguntó mi hermano mayor,
Magnus.
—O ha ocurrido una catástrofe natural —dijo mi madre—,
o Lena Lid ha regresado de sus vacaciones.
No había ocurrido una catástrofe natural. Al bajar las escaleras, me topé en la entrada con mi querida amiga y vecina
Lena.
—Hola, Theo —dijo con un suspiro.
—Hola. ¿Qué tienes ahí?
—Es tu regalo.