Vicente Muñoz Puelles, autor de larga y consolidada trayectoria, además de elaborar inolvidables historias en el subsector de la literatura infantil y juvenil por las que ha sido reconocido en varias ocasiones, domina otra vertiente creativa en la que recoge y recrea temáticas y héroes clásicos para insuflar nueva vida a los originales y dar a conocer a las nuevas generaciones relatos imprescindibles. En el caso de personajes tan icónicos como Sherlock Holmes y el doctor Watson, afronta con extraordinaria pericia el hecho de tomar algunos de sus elementos más conocidos, rediseñar escenarios y combinarlos en nuevas composiciones de manera que el resultado parezca firmado por el mismísimo Sir Arthur Conan Doyle. El polifacético escritor valenciano toma prestados los resortes narrativos y conceptuales que han convertido al detective británico en un hito atemporal retando a la pareja a resolver cinco nuevos casos, en los que se atisban los oscuros y sugerentes ecosistemas que se respiran en títulos emblemáticos de la serie original. En esta osada, pero acertada, aventura cuenta con el apoyo gráfico de Javier Olivares, que ha diseñado una colección de estampas en blanco y negro, muchas de las cuales recrean las portadas de magacines de la época (The Strand Magazine, Collier´s…) Una colección de relatos que no decepcionarán a los amantes más exigentes de los investigadores radicados en Baker Street.
Vicente Muñoz Puelles, autor de larga y consolidada trayectoria, además de elaborar inolvidables historias en el subsector de la literatura infantil y juvenil por las que ha sido reconocido en varias ocasiones, domina otra vertiente creativa en la que recoge y recrea temáticas y héroes clásicos para insuflar nueva vida a los originales y dar a conocer a las nuevas generaciones relatos... Seguir leyendo
Sherlock Holmes y yo
EL CASO DE LOS HOMBRES DECAPITADOS
Era el 20 de abril de 1882, jueves, como indicaba el calendario de mesa que, entre el abrecartas de marfil y el tintero de plata, presidía mi escritorio, en un rincón de nuestro salón. Había transcurrido más de un año desde que Sherlock Holmes y yo nos conocimos y empezamos a compartir las habitaciones del 221 B de Baker Street, decisión que ha sido, quizá, la más acertada de mi vida.