Como cada noche el dictador se va a la cama, y a pesar de su dependencia no se le puede dar un beso de buenas noches "así como así": ¡recordemos que es un tirano! Los cuentos solo pueden tener a un protagonista: ¡él mismo! Sus sueños están poblados de bombarderos y soldados, los despertares están secuenciados con órdenes, mandatos y paseos en su coche privado. Antes del almuerzo acostumbra a celebrar, al menos, una guerra de cojines. No le gustan especialmente las excursiones ni las siestas, pero sí las bromas telefónicas. Aunque, para ser sinceros, está en su mano dejar de ofrecer ese perfil en el nuevo día, si no quiere quedarse completamente solo y aislado. La libertad inherente a la infancia está presente en cada uno de los divertidos pasajes de esta singular obra, una de las más conocidas de la pareja de autores escandinavos, repleto de pequeños guiños a la estética militarista de anteriores regímenes en el este de Europa. Mucha sorna en una trama para lectores con ganas de encontrar nuevos argumentos.
Como cada noche el dictador se va a la cama, y a pesar de su dependencia no se le puede dar un beso de buenas noches "así como así": ¡recordemos que es un tirano! Los cuentos solo pueden tener a un protagonista: ¡él mismo! Sus sueños están poblados de bombarderos y soldados, los despertares están secuenciados con órdenes, mandatos y paseos en su coche privado. Antes del almuerzo acostumbra a celebrar, al menos, una guerra de cojines. No le gustan especialmente las excursiones ni... Seguir leyendo
El dictador
El dictador se va a la cama
Cada noche, antes de acostarse,
el dictador se come un plátano
y se toma medio vaso de leche.
Luego le lavan los dientes. Hasta eso
tienen que hacérselo los demás,
pues por algo es el dictador.