La convivencia entre Mofeto y Tejón ya bordeó los "límites pacíficos" en su ingeniosa "carta de presentación" publicada hace dos años. En ella comprobamos el talento narrativo de una autora consagrada de la que, sin embargo, teníamos escasas noticias en España. Tras obtener, aparte de grandes éxitos de ventas, el favor de la crítica con la concesión de premios como la Newbery Medal en 2014, de la American Library Association; el premio Edgar (a la mejor novela juvenil de misterio) o el Golden Kite Award, que entrega la prestigiosa Society of Children's Book Writers and Illustrators, inició la divertida serie que narra las aventuras de dos particulares animales humanizados que sirven como pretexto para fusionar en las tramas temas tan dispares como la gemología o la gastronomía, en clave de fantasía. La segunda historia narra su expedición al bosque en busca de nuevos "ejemplares" para la colección de piedras preciosas, en realidad una huida, que permite afianzar la confianza y, en consecuencia la amistad entre ambos protagonistas, al mismo tiempo que supone la puerta de entrada a nuevos personajes, algunos realmente insólitos (gatos, ratas, osos y un huevo muy raro). ¡Y eso que Mofeto lo único que pretendía era un buen desayuno consultando el suplemento literario del New Yak Times! Como bien saben sus seguidores, las novelas cuentan con un sabroso añadido especial: las extraordinarias ilustraciones de Jon Klassen, autor de larga carrera en la literatura infantil, que regala un puñado de estampas a plumilla (pequeñas obras de arte para enmarcar, pimienta para apreciar mejor la narrativa).
La convivencia entre Mofeto y Tejón ya bordeó los "límites pacíficos" en su ingeniosa "carta de presentación" publicada hace dos años. En ella comprobamos el talento narrativo de una autora consagrada de la que, sin embargo, teníamos escasas noticias en España. Tras obtener, aparte de grandes éxitos de ventas, el favor de la crítica con la concesión de premios como la Newbery Medal en 2014,... Seguir leyendo
La gema es una yema
TOC-TOC, TOC-TOC, TOC-TOC, ALGUIEN LLAMABA A LA PUERTA del desván, la puerta del nuevo taller de petrólogo de Tejón.
Era su compañero de casa, Mofeto. Tejón decidió ignorarlo.
- Ya se irá -pensó-. Tú concéntrate en tu "importante labor petrológica"..., concéntrate, concéntrate". Hizo rechinar los dientes y se inclinó en su taburete de petrólogo.