La obra literaria de Víctor Panicello está impregnada de las preocupaciones y problemas reales de los jóvenes, y destila compromiso social a través de tramas casi siempre protagonizadas por adolescentes que experimentan conflictos personales, descubren aspectos del pasado que les ayudan a cambiar o experimentan realidades diferentes a las esperadas. Una profesora que hace gala de esa misma preocupación por las diferentes aristas del mundo en el que crecen, propone un trabajo grupal e interdisciplinar en torno a los viajes, gracias al que los compañeros de instituto descubrirán la increíble y azarosa trayectoria vital de Ibrahim, de Kutum a Madrid; pero también servirá a la docente para identificar -terribles- problemas familiares que lastran la felicidad y la atención de otras componentes de los grupos formados para el proyecto. El resultado final de la propuesta pone sobre la mesa las peores contradicciones y miserias existentes en la sociedad actual, pero al mismo tiempo la resiliencia y valor con el que los chicos y chicas afrontan las trampas instaladas en la realidad cotidiana. Una novela que puede ayudar a generar debates interesantes en el aula o en el marco de un club de lectura a partir de los asuntos a los que se alude, y a afianzar el correcto tratamiento de la información que se recopila para esos trabajos comunes.
La obra literaria de Víctor Panicello está impregnada de las preocupaciones y problemas reales de los jóvenes, y destila compromiso social a través de tramas casi siempre protagonizadas por adolescentes que experimentan conflictos personales, descubren aspectos del pasado que les ayudan a cambiar o experimentan realidades diferentes a las esperadas. Una profesora que hace gala de esa misma preocupación por las diferentes aristas del mundo en el que crecen, propone un... Seguir leyendo
El gran viaje
-¡Cuidado!
Gracias al aviso, María vio venir la pelota un segundo antes de que le impactara en la cara, lo que le dio el tiempo justo para girarse y que solo le golpeara en el hombro.
- ¡Óscar! -gritó Carmen al chico que, al parecer, había chutado con toda su alma, pero con muy mala puntería.
- No he sido yo -mintió el aludido, que se temía una buena bronca.
María reaccionó sin problema.