Memoria del infierno
Los muertos no mienten, por eso cuando encontraron los huesos de Laureano, él mismo señaló a su asesino. Claro que todo eso se calló entonces, y aún ahora se calla, dicen que para dejar descansar a los difuntos, pero yo creo que muchos temen escuchar los gritos del pasado. Ofelia, perdimos sus voces y las nuestras atragantados de miedo, olvidamos el respeto a la memoria de nuestros asesinados. Y no es bueno tanto silencio. Los muertos, cuando no es la mar quien los entierra, han de saberse cerca de los vivos y a Laureano aún no lo han devuelto con los suyos. El desasosiego de los muertos abandonados alcanza las pesadillas de los vivos.