La fértil imaginación de Rodari, siempre sorprendente y coloreada con humor, nos lleva a conocer a un artista capaz de dar vida a lo que crea. Y como sucede en todas sus historias, tras la graciosa anécdota hay algo más, en este caso el sentido de la responsabilidad, el compromiso que asume el artista respecto a sus criaturas. También las ilustraciones que acompañan al texto parecen llenas de vida destacando limpiamente sobre el fondo blanco.
La fértil imaginación de Rodari, siempre sorprendente y coloreada con humor, nos lleva a conocer a un artista capaz de dar vida a lo que crea. Y como sucede en todas sus historias, tras la graciosa anécdota hay algo más, en este caso el sentido de la responsabilidad, el compromiso que asume el artista respecto a sus criaturas. También las ilustraciones que acompañan al texto parecen llenas de vida destacando limpiamente sobre el fondo blanco.
Ricardo, el escultor
No existe mejor escultor que Ricardo. Su especialidad es hacer unas estatuas que, apenas terminadas, saltan del pedestal, hacen una reverencia y se van a recorrer mundo por su cuenta.
Del mismo modo que hizo Pinocho en su día, cuando salió de las manos de Gepeto el carpintero, que se fue por ahí y comenzó a hacer de las suyas.
Por ejemplo, Ricardo esculpe una oveja, una preciosa oveja con la lana abundante y esponjosa. Bueno, eso de esponjosa es una manera de hablar, porque se trata de lana de mármol...