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Cinco indispensables LIJ de Rosa Huertas

Rosa Huertas Gómez es una autora fundamental en la literatura infantil y juvenil de las últimas décadas. Poseedora de una narrativa dotada de gran sensibilidad y siempre conectada con los temas que más interesan a los jóvenes lectores, que logra relacionar mediante hábiles tramas con temas históricos o con las obras de autores imprescindibles de la historia de la literatura.
 
Rosa nació en Madrid, ciudad que, en muchas ocasiones, también forma parte de su obra como un personaje más. Doctora en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense y licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Murcia, actualmente es profesora de Lengua y Literatura en el IES Gran Capitán de Madrid, centro en el que la Fundación Germán Sánchez Ruipérez desarrolló varias de las actividades y charlas para ESO y Bachillerato enmarcadas en el proyecto Institutos Lectores durante los últimos años.
 
Sus primeras incursiones literarias, antes de desembarcar en la LIJ, fueron recopilaciones de cuentos y cuestiones didácticas y de fomento de la creatividad con la editorial CCS.
 
 
Hasta hoy ha publicado quince libros infantiles y juveniles. Su primera novela, Mala Luna (Edelvives) obtuvo el Premio Hache de Literatura Juvenil 2011. La segunda, Tuerto, maldito y enamorado (Edelvives), recibió en 2010 el X Premio Alandar. En los últimos años también ha sido reconocida con el Premio Ciudad de Cartagena de Novela Histórica por Theotocópuli. Bajo la sombra del Greco (SM, 2014); el XIV Premio Anaya y el Premio de la Fundación Cuatro Gatos por La sonrisa de los peces de piedra (2017); y el Premio Azagal por Prisioneros de lo invisible (Edelvives 2017), el año pasado.
 
También es autora de obras como El blog de Cyrano (SM 2012), La caja de los tesoros (Edelvives 2012), Los héroes son mentira (Edelvives 2013) Sombras de la Plaza Mayor (Edelvives 2015), Corazón de metal (SM 2015), Mi vecino Cervantes (Anaya 2016), Todo es máscara (Anaya 2016), Prisioneros de lo invisible (Edelvives 2017), ¿Qué sabes de Federico? (Edelvives 2018), Un balcón a la libertad (Santillana, Loqueleo 2018), El juramento de las tres jotas (Edelvives 2019) y Mujeres de la cultura (Anaya 2019).
 
Además ha colaborado en obras colectivas como Aurora o nunca (Edelvives 2018) y Como tú (Anaya 2019).
 
En 2019 publicó un emotivo homenaje a las madres que constituye su primera novela fuera del ámbito juvenil: Mujeres que leían (Ed. Sílex. Colección Tres hermanas)..
 
 
Indispensables en la maleta de Rosa Huertas
 
 
Celia en el colegio, de Elena Fortún
(Madrid: Alianza Editorial)
 
Es el libro más importante de mi vida porque me convirtió en lectora: quedé fascinada por el personaje y descubrí que leer era muy divertido.  Luego conseguí todas las novelas de la serie, protagonizadas por Celia, y releí Celia en el colegio varias veces, hasta casi aprenderme el libro de memoria. Ella es una niña rebelde que cuestiona el mundo de los adultos, que hace travesuras divertidas y no que deja de imaginar más allá de lo que la realidad le muestra. Yo, que era buena y obediente, envidiaba a Celia, quería ser como ella: marcharme a correr aventuras con los titiriteros y convertirme en caracol; aunque todo aquello no fuese más que una ficción. En este libro se encuentra mi frase favorita, la que me animó a escribir, la que me convirtió en lo que ahora soy: “Las cosas que pasan, al final se olvidan, pero lo que está escrito es como si hubiera pasado siempre”. Por eso no dejo de escribir, para salvar la memoria olvidadiza. 
 
 
(Tres Cantos -Madrid-. Loqueleo)
 
Fue el descubrimiento de la literatura fantástica. Nadie me había hablado de él, pero el mismo año que se publicó acudí a la Feria del Libro de Madrid y el libro me llamó, igual que le ocurre a Bastian, el protagonista. Además, allí estaba Michael Ende, que me dedicó la novela. Disfrutaba tanto con la lectura que no quería acabarlo y solo leía un capítulo al día, cuando volvía del colegio, para que me durase más. Fue una experiencia fascinante, me sentí transportada a la fantasía agarrada a las páginas de un libro. 
 
 
(Madrid: Cátedra)
 
Me lo recomendó un alumno y así comenzó el camino que me ha traído a la literatura juvenil. La novela es un prodigo de imaginación, un canto a esa creatividad que todos llevamos dentro. Poco después decidí realizar mi tesis doctoral sobre literatura juvenil y la obra de Gisbert me parecía perfecta para trabajar sobre ella. Desde entonces, me una buena amistad con el autor y soy consciente de que la búsqueda y el misterio que caracterizan sus novelas han inspirado muchas de mis páginas. 
 
 
(Madrid: Siruela)
 
Sara, la protagonista de esta historia, es una Caperucita moderna trasportada a Nueva York. Sara es imaginativa y rebelde, intuitiva y aventurera. Me reencontré de alguna manera con la Celia de mi infancia, luego descubrí que Carmen Martín Gaite también era una fanática seguidora del personaje creado por Elena Fortún. Nos unía un vínculo incuestionable, por eso ella fue mi gran referente, como persona y como escritora. Me enseñó a llevar siempre un cuaderno, porque “nunca se sabe donde puede saltar la liebre.”
 
(Boadilla del Monte -Madrid-. Anaya)
 
Llegó a mis manos a través de una compañera del instituto, recuerdo a la perfección aquel instante que cambió mi vida. La novela acababa de ganar el Premio Nacional y fue un descubrimiento. Es un libro de gran calidad, con una trama potente, unos personajes redondos y una estructura sugerente. El protagonista, un escritor fracasado que tiene que dedicarse a ejercer de pintor de brocha gorda, encuentra un documento que narra la historia de un hombre que vivió durante la Guerra Civil en aquella misma casa cuyas paredes debe pintar. Tras la lectura de este libro pensé que, si alguna vez me decidía a escribir una novela juvenil, tendría que ser como Cielo Abajo: una historia adulta y comprometida capaz de llegar a cualquier lector, sin importar la edad. Es lo que intento con cada libro. Mala Luna, mi primera novela, le debe mucho a Cielo Abajo y, desde luego, a su autor. 
 

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