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Cinco obras únicas, por Andrea Ferrari

Andrea Ferrari nació en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (Argentina) en 1963. Se graduó como traductora literaria en el Instituto Superior en Lenguas Vivas J.R. Fernández. Sus primeros trabajos profesionales fueron como periodista, realizando traducciones y artículos en revistas como El Porteño de la que fue coordinadora (1984), también fue miembro de la plantilla del periódico Página/12 durante dieciseis años (1987-2003)

Es a partir de esa fecha cuando, a raiz del nacimiento de su hija, comienza a escribir y publicar relatos infantiles y después novelas, manteniendo aún su colaboración con el citado diario. Con anterioridad, en 2001, ya había publicado Las ideas de Lía (Ediciones Colihue, Buenos Aires), pero son las obras El complot de las flores (SM), Premio Barco de Vapor, en sus nuevas reediciones con ilustraciones de Beatriz Castro, y Café solo (SM, 2004), finalista del Premio Latinoamericano de Literatura Infantil y Juvenil de Norma - Fundalectura de Colombia, con las que alcanza mayor popularidad y reconocimiento.

A lo largo de su carrera ha obtenido otros galardones con obras como El hombre que quería recordar (SM, 2005), Los chimpancés miran a los ojos (Alfaguara, 2014) y Quizás en el tren (en coautoría con Martín Blasco, Loqueleo, 2018); incluidas en la lista White Ravens de la Internationale Jugendbibliothek München (IJB); El camino de Sherlock (Alfaguara, 2007); Premio Jaén de Narrativa Juvenil; La vida secreta de los objetos (Libresa, 2011), finalista del Premio Internacional de literatura infantil Julio C. Cobas; La noche del polizón (Norma, 2012), con la que consiguió el Premio Destacados de ALIJA en la categoría Novela Juvenil; y Zoom (SM, 2013)​, Premio de la Fundación CuatroGatos y, de nuevo, reconocido por la Asociación de Literatura Infantil y Juvenil Argentina.

Su trayectoria está jalonada de títulos publicados a ambos lados del océano, entre los que también destacan Las mil y una noches de Irak. La guerra explicada a los chicos (Página/12, 2003), La rebelión de las palabras (Santillana, 2004), También las estatuas tienen miedo (Alfaguara, 2005), Aunque diga fresas (SM, 2005), El círculo de la suerte (Santillana, 2008), El diamante oscuro (SM, 2008), El increíble Kamil (SM, 2009), 

No es fácil ser Watson (Alfaguara, 2010), La fábrica de serenatas (Alfaguara, 2012), No me digas Bond (Alfaguara, 2013), La velocidad de la música (Alfaguara, 2015), Las marcas de la mentira (Santillana, 2015), El ruido del éxito Santillana (Santillana, 2016), Las últimas páginas de mi vida (Norma, 2017) y, las que son sus últimas novelas hasta la fecha, Las iguales (Loqueleo, 2019), El retrato de Verónica G (Loqueleo, 2020) y Detrás de la máscara (Alfaguara, 2022, con ilustraciones de Candela Insua)

Obras de Andrea Ferrari en Canal Lector

📷 Web personal de la autora

Indispensables en la maleta LIJ de Andrea Ferrari

Dailan Kifki de María Elena Walsh
Madrid: Siruela

La voz de María Elena Walsh acompañó mi infancia. Cuando cantaba sus canciones y leía sus libros yo no sabía que esa era la escritora que había cambiado para siempre la literatura infantil argentina. Que en su prolífica obra desafiaba, a través del humor y la ruptura de convenciones, el pedagogismo y la solemnidad que regaban hasta entonces los libros para chicos. De todos sus textos, mi favorito siempre fue Dailan Kifki, la historia de la chica que un día sale a pasear su malvón y se encuentra con un elefante abandonado, que terminará volando con un par de alas de cartón y un brillante bombero montado en su lomo.

Cuentos de la selva, de Horacio Quiroga
Ilustraciones de Isabel Ruiz
Madrid: Bookolia

Si no me equivoco, este fue el primer libro que leí por mi cuenta, el primero que me senté a disfrutar sola. Pero, por supuesto, mi recuerdo puede ser errado. De lo que estoy segura es de que las imágenes creadas por Horacio Quiroga, escritor uruguayo e indudable maestro del cuento, quedaron pegadas para siempre en mi cerebro. Aquellos flamencos con medias de coral, la tortuga gigante que acarrea a un herido, las rayas que impiden el paso del tigre en el río y tantos otros personajes de la selva misionera siguen teniendo hoy la misma potencia del día de 1918 en que su autor los imaginó.

Las brujas, de Roald Dahl
Ilustraciones de Quentin Blake
Traducción de Maribel de Juan 
Tres Cantos (Madrid): Loqueleo

Es casi imposible pensar una lista de indispensables en la literatura infantil y dejar afuera a Roald Dahl. También es difícil elegir una de sus muchas novelas. Pero creo que me quedo con esta historia de brujas tan humanas como escalofriantes, que muestra en todo su brillo el ácido humor del autor inglés y elige un final inesperado, al que hoy muy pocos se atreverían.

Un elefante ocupa mucho espacio, de Elsa Bornemann
Ilustraciones de O´Kif-MG
Tres Cantos (Madrid): Loqueleo

Este libro de Elsa Bornemann, autora argentina de enorme trayectoria, no sólo tiene quince encantadores cuentos, sino una curiosa y nefasta historia. En 1976, el libro fue reconocido dentro del cuadro de honor del Premio Internacional Hans Christian Andersen por la IBBY, como ejemplo sobresaliente de literatura. Un año después, la dictadura argentina lo prohibió por considerar que su finalidad era “el adoctrinamiento para la tarea de captación ideológica”. Este dislate fue superado recién en 1984, cuando el libro pudo volver a publicarse tras la recuperación democrática. Sus personajes –los animales que organizan una huelga en el circo, el hombre que desafía la normalidad caminando con las manos o la niña del pelo tan largo que cuelga por las escaleras—habían cometido la transgresión de pensar, como dice la autora, “en elefante”, con ideas más grandes que sus cuerpos.

Historias a Fernández, de Ema Wolf
Ilustraciones de Jorge Sanzol
Buenos Aires (Argentina): Sudamericana

Fernández es un gato. Y como buen gato, tiene la costumbre de trepar a árboles, cornisas, cables. El problema es que un día cae mal parado y queda herido. La recomendación médica es que no deben dejarlo dormir en las siguientes tres horas para evitar una conmoción cerebral. Su dueña, la narradora en esta novela de Ema Wolf, se convertirá entonces en una suerte de Sherezade que cuenta historias para mantener a Fernández despierto. Y en esas historias también se habla con encanto y frescura de lo que significa contar, del suspenso, la intriga, las desviaciones de la trama, las mil formas de atrapar a un lector. Que es, en definitiva, lo que ocupa el noventa por ciento del tiempo las cabezas de quienes escribimos.

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