El gran escritor inglés Rudyard Kipling (1865–1936) nació en Bombay, lo que sin duda marcó su vida y su quehacer literario, circunstancia que es de agradecer pues fue uno de los pioneros en contarnos ese «otro» que hoy llamamos «espíritu oriental». En Kim el autor nos conmina a meternos en la curtida piel –en la viva mirada– del pequeño Kimball O’Hara, un pícaro huérfano británico de catorce años que realiza un viaje iniciático junto a un monje tibetano buscando el Río de la Flecha; o, lo que parece ser lo mismo para Kipling, buscando el equilibrio individual y social en una India «atrapada» por el colonialismo británico.
El gran escritor inglés Rudyard Kipling (1865–1936) nació en Bombay, lo que sin duda marcó su vida y su quehacer literario, circunstancia que es de agradecer pues fue uno de los pioneros en contarnos ese «otro» que hoy llamamos «espíritu oriental». En Kim el autor nos conmina a meternos en la curtida piel –en la viva mirada– del pequeño Kimball O’Hara, un pícaro huérfano británico de catorce años que realiza un viaje iniciático junto a un monje tibetano buscando... Seguir leyendo
Kim
Se había sentado a horcajadas, desafiando las ordenanzas municipales, encima del cañón de Zamzama, situado sobre su plataforma de ladrillo ante la vieja Ayaíb-Guer, la Casa de las Maravillas, como llaman los indígenas al Museo de Lahore. Quien toma posesión del Zamzama, el «dragón de aliento de fuego», toma posesión del Punyab, ya que esa gran arma de bronce verdoso es siempre el primer botín del conquistador.
Lo cierto era que Kim, que acababa de echar al chiquillo de Lala Dinanath del soporte giratorio a puntapiés, tenía cierta justificación, ya que los ingleses dominaban el Punyab y él era inglés. Aunque el sol le había tostado la piel...