Lota, patas arriba otra vez
Un soleado y ventoso día de abril, justo después de Pascua, Lota estaba sentada en el columpio de su jardín y se estremeció. Aunque brillaba el sol, un viento invernal atravesaba la valla sacudiéndola. Aullaba a través del césped, agitaba las desnudas ramas del castaño de Indias, y de vez en cuando parecía haber alguien riéndose en el viento. Lota se ajustó la chaqueta y se estremeció de nuevo.