Mi año
Cuando yo era pequeño, tenía un barquito de hojalata -no existía el plástico en aquellos días- que llevaba un diminuto motor de cuerda, y solía jugar con él mientras me bañaba. Un día, en su casco apareció un agujero, el barco se llenó de agua y se hundió. Después, durante muchas semanas me metí en la bañera temiendo que en mi propia piel apareciese otro agujero, justo como le había ocurrido al barco, y pensando que mi cuerpo se llenaría de agua también y yo me hundiría o me moriría. Pero aquello nunca ocurrió y a mí no dejaba de asombrarme la impermeabilidad de la piel que recubría mi cuerpo.