Los más pequeños también están capacitados para «jugar» con la interpretación de las grandes historias de la literatura infantil. En este caso, nos encontramos con un abuelito, no la abuelita del cuento, a la que su nieta somete a las conocidas preguntas del final de Caperucita Roja: «Abuelito, ¡qué boca tan grande tienes!» La respuesta no es la que todos imaginamos, sino otra llena de sorpresa, humor y ternura.Los más pequeños también están capacitados para «jugar» con la interpretación de las grandes historias de la literatura infantil. En este caso, nos encontramos con un abuelito, no la abuelita del cuento, a la que su nieta somete a las conocidas preguntas del final de Caperucita Roja: «Abuelito, ¡qué boca tan grande tienes!» La respuesta no es la que todos imaginamos, sino otra llena de sorpresa, humor y ternura.
Bajo la manta
Abuelito, ¡qué orejas tan grandes tienes! Son para escucharte mejor, dice la gran voz bajo la manta. Abuelito, ¡qué ojos tan grandes tienes! Son para verte mejor, dice la gran voz bajo la manta.