El último leopardo
La aurora teñía con hebras de oro el cielo rosado sobre la reserva de caza de Sawubona, mientras Martine oteaba por última vez alrededor para comprobar que nadie la veía. Luego se inclinó como un jinete a punto de iniciar la carrera, pasó los dedos entre una maraña de pelaje plateado y gritó:
-¡Corre Jemmy, corre!
La jirafa arrancó con tal brusquedad que la niña estuvo a punto de perder el equilibrio, pero logró rodearle el cuello con los brazos y enseguida se adaptó al familiar galope. Dejaron atrás el dique y una manada de hipopótamos, pasaron junto a una bandada de garcetas asustadas que se levantaron de los árboles como un resplandor blanquecino.