El increíble Kamil
Puede haber mil razones distintas para guardar un secreto, pero si Carlos nunca reveló el suyo fue por la más elemental de todas: sabía que nadie iba a creerle. No es que no se haya sentido tentado de hacerlo, al contrario. Muchas veces estuvo a punto de hablar sobre la verdadera naturaleza de su amigo Kamil, pero siempre logró detenerse a tiempo. Estaba convencido de que, si lo hacía, todos pensarían que era un idiota o, peor aún, que se dejaba llevar por su desbordante imaginación infantil.
Se conocieron en una época difícilpara él. Tenía entonces diez años, unos anteojos demasiado grandes para su cara, y una mata de pelo rojo...