Neil Gaiman pertenece a una tradición de escritores que se adentran en universos muy personales con humor y fluidez pero sin renunciar a su legado literario. Sus obras logran captar tanto al lector voraz como los más pausados. Brindándoles a ambos, además de lo que habitualmente esperarían de un libro, un inesperado añadido. En esta ocasión, Gaiman se inspira y rinde un tributo a El libro de la selva. Pero esta referencia no es, ni mucho menos, explícita. Al contrario, la resonancia de Kipling es tan tenue como bien lograda. Su personaje, Nad, guarda cierto parentesco con Mowgli pero nos sumerge en unas aventuras y en un territorio totalmente novedosos.
Neil Gaiman pertenece a una tradición de escritores que se adentran en universos muy personales con humor y fluidez pero sin renunciar a su legado literario. Sus obras logran captar tanto al lector voraz como los más pausados. Brindándoles a ambos, además de lo que habitualmente esperarían de un libro, un inesperado añadido. En esta ocasión, Gaiman se inspira y rinde un tributo a El libro de la selva. Pero esta referencia no es, ni mucho menos, explícita. Al contrario, la resonancia de Kipling es tan tenue como bien lograda.... Seguir leyendo
El Libro del cementerio
Había una mano en la oscuridad, y sostenía un puñal. El mango del puñal era de brillante hueso negro, y la hoja, más afilada y precisa que una hoja de afeitar. Si te cortara, probablemente ni te enterarías, no de inmediato.
El puñal casi había terminado lo que venía a hacer a aquella casa, y tanto la hoja como el mango estaban empapados.
La puerta de la casa seguía abierta, aunque sólo un resquicio por el que se habían deslizado el puñal y el hombre que lo empuñaba, y por él se colaban ahora jirones de niebla nocturna que se trenzaban en el aire formando suaves volutas.