Lo que vi y por qué mentí
La cerilla se encendió con un chasquido y chisporroteó. Me desperté en el acto. Oí que mi madre daba una larga calada a su cigarrillo. Se le quedaron los labios pegados al filtro, y supe que todavía tenía los labios pintados. Llevaba toda la noche despierta. Estaba tendida en la cama junto a mí. Sentí que me pasaba los dedos por el pelo y seguí respirando como si estuviera dormida. Me arriesgué a entornar los ojos y a echar un vistazo. Llevaba puesto su camisón de color rosa. Tenía las piernas cruzadas y la cabeza recostada contra las almohadas. Fumaba con el brazo doblado y levantado en el aire, mientras la punta de su cigarrillo resplandecía en sus dedos.