Fue a medianoche cuando su hermanito se dio cuenta de que se había olvidado su oso de peluche en la lavandería. Y Kerry era incapaz de verle llorar. Así que ideó un plan sencillo: conducir hasta la lavandería, que estaba abierta las veinticuatro horas, rescatar al osito y volver rápidamente a casa; su padre ni se enteraría. Pero todo se torció cuando se vio atrapada en medio de aquella escena de pesadilla. El dueño de la lavandería y otros dos tipos brutales retenían y maltrataban a un joven al que trataban de vampiro. E incluso llegaron a acusarla de ser uno de ellos. Se tenían que haber vuelto locos... La maestría de la autora para introducir la fantasía propia del género de terror en el ámbito de lo cotidiano transforma la realidad de un modo inquietante. El suspense no decae en el desarrollo de este argumento en el que una joven y un vampiro establecen, obligados por las circunstancias, una relación pendiente de un hilo muy tirante, puesto que la cercanía turbadora del vampiro no lo hace más asequible. La tensión entre estos dos personajes, trabajados y convincentes, es el motor que hace avanzar la novela por un camino emocionante. Será del gusto de todos los que sienten atracción por las criaturas de la oscuridad.
Fue a medianoche cuando su hermanito se dio cuenta de que se había olvidado su oso de peluche en la lavandería. Y Kerry era incapaz de verle llorar. Así que ideó un plan sencillo: conducir hasta la lavandería, que estaba abierta las veinticuatro horas, rescatar al osito y volver rápidamente a casa; su padre ni se enteraría. Pero todo se torció cuando se vio atrapada en medio de aquella escena de pesadilla. El dueño de la lavandería y otros dos tipos brutales retenían y maltrataban a un joven al que trataban de... Seguir leyendo
Compañeros de la noche
La casa de los Nowicki estaba totalmente oscura, parecía casi amenazante. Kerry sacó la llave de su mochila y tomó el camino de acceso, iluminado por los faros del auto de Ethan.Puso la mano en el picaporte pero antes de meter la llave la puerta se abrió de par en par. Qué raro que su papá no hubiera cerrado con llave; tal vez estaba con algún vecino y salió pensando que tardaría sólo unos minutos; tal vez no había previsto estar fuera después de que anocheciera. Kerry buscó a tientas el interruptor de la luz. La sala era un caos.