¡Salchichas!
Tango tiene una sabrosa ristra de salchichas.
«¡Ñan-ñam!», piensa, relamiéndose. «¡Qué bien me lo voy a pasar con ellas!»
Pero ahora Tango no tiene hambre.
«Me dejaré las salchichas para más tarde», piensa.
Tango se aleja hasta donde están las flores, al fondo del jardín. No le permiten hacer agujeros, así que no puede enterrar sus salchichas.
«Las esconderé detrás de las flores», decide. «Antes comprobaré que nadie me ve...»