La conspiración en la ciudad de los muertos
El viento otoñal, en grandes ráfagas, impulsaba por el empedrado las hojas muertas. La lluvia caía sin cesar sobre los tres niños que corrían con la cabeza gacha por las pintorescas calles de la pequeña ciudad de Siebenthann, acurrucada a los pies de una muralla fortificada. Las casas medievales de paredes entramadas se apoyaban unas contra otras, como tratando de protegerse.