Anatomía de un «incidente aislado»
Lo que le hizo abrir los ojos fue el cosquilleo. Y desde luego, no tenia nada que ver con su sueño. Porque en su sueño flotaba en el espacio, ingrávido, después de abandonar la cápsula espacial en la que viajaba en busca de nuevas fronteras. Si sentía cosquillas, no podía estar metido en un traje de astronauta y en mitad del infinito. Samuel vio los árboles, el sol apenas filtrado a través de las hojas y las ramas más cerradas, y aunque no sabía dónde estaba ni qué sucedía, comprendió que el cosquilleo se lo producía alguna clase de animal. Asustado, se dio un manotazo a sí mismo en la cara y se incorporó.