Una bonita historia sobre la importancia de las palabras. Gracias a la manta de vocablos tejida por la protagonista, el pueblo puede refugiarse bajo ella frente a la guerra que está acaeciendo en el exterior. Una alegoría sobre las historias que pasan de generación en generación, la tradición oral y su importancia en la vida de las personas. Tanta que salvan a los habitantes del pueblo protagonista de este cuento. El lector está invitado a dejar volar su imaginación y disfrazarla de verbo.
Una bonita historia sobre la importancia de las palabras. Gracias a la manta de vocablos tejida por la protagonista, el pueblo puede refugiarse bajo ella frente a la guerra que está acaeciendo en el exterior. Una alegoría sobre las historias que pasan de generación en generación, la tradición oral y su importancia en la vida de las personas. Tanta que salvan a los habitantes del pueblo protagonista de este cuento. El lector está invitado a dejar volar su imaginación y disfrazarla de verbo.
La pequeña tejedora de historias
En el huerto de Miée, crecen las palabras como nabos. Miée labra, escarda y prepara la tierra, y después planta las semillas de palabras. En primavera, las palabras asoman tímidamente. Forman pequeñas guirnaldas que se enrollan alrededor de los troncos. Algunas palabras necesitan ayuda. Son tan frágiles que hay que darles ánimo. La palabra «nosotros» es la más difícil de cultivar. En verano, las palabras ganan fuerza. Si Miée las dejase a su aire, llegarían a entrar en su casa, se pavonearían en su salón y...