Un álbum ilustrado que recoge el cuento del gigante egoísta aunque con variaciones: el autor evita el mensaje religioso del original de Wilde. En este caso es una mujer la que ablanda el corazón del hosco señor Cric-Crac, que no permite que los niños turben la tranquilidad de su triste jardín. Dibujos en ocre presentan extraños seres. El texto es un juego con el lenguaje, con intención expresiva y estética: frases cortas y rotundas, y adjetivos y artículos encadenados con guiones a los nombres. Se aconseja que un adulto comparta con el niño esta compleja pero enriquecedora propuesta literaria.Un álbum ilustrado que recoge el cuento del gigante egoísta aunque con variaciones: el autor evita el mensaje religioso del original de Wilde. En este caso es una mujer la que ablanda el corazón del hosco señor Cric-Crac, que no permite que los niños turben la tranquilidad de su triste jardín. Dibujos en ocre presentan extraños seres. El texto es un juego con el lenguaje, con intención expresiva y estética: frases cortas y rotundas, y adjetivos y artículos encadenados con guiones a los nombres. Se aconseja que un adulto comparta con el niño esta compleja pero enriquecedora propuesta literaria.
¡Tran, tran! señor ¡Cric-Crac!
Una niña llamó a la puerta del señor Cric-Crac diciendo con voz firme: -¡Tran, tran! ¡Señor Cric-Crac! Y sin esperar respuesta, empujó el gran portón negro y entró en el jardín. Era precisamente la hora de la comida de la plantación del señor Cric-Crac, que estaba ocupado lanzando hamburguesas a la gran boca abierta de sus terribles plantas carnívoras.